octubre 8, 2015

Nocturnos

Exposición no. 5.- Nocturnos. Exposición individual de Julieta Trujillo, dibujo. Del jueves 8 de octubre al martes 17 de noviembre de 2015.

Los poemas Hay días de Patricia Rozitchner y el cuento Chorrito de luna de Claudia Sabag, son la fuente de inspiración de las obras que Julieta Trujillo nos presenta en Nocturnos.

Dos series de dibujos realizados originalmente para acompañar los mencionados escritos, se convierten en esta exposición en los protagonistas y portavoces de historias fantásticas, en las que cada dibujo se encuentra libre de cualquier secuencia lógica y plenamente independiente.

A primera vista, los dibujos de Julieta Trujillo suelen parecer meramente divertidos, sin embargo, están cargados de sentimiento.

Inundados de momentos de espontaneidad, los dibujos de Julieta Trujillo poseen una cantidad increíble de detalle. Con una extraordinaria inventiva y una dosis de aventura, la artista nos muestra su atracción por los trazos de estructura libre. De ahí su entusiasmo por líneas caprichosas y texturas relajadas, su juego de proporciones fuera de cualquier posibilidad real y su fascinación por la creación de escenas con perspectivas imperfectas indiscutiblemente intencionadas que sólo podrían existir en el pensamiento de un infante.

Como una niña alienada confesa, Julieta Trujillo nos transporta a ese mundo encantado, donde la inocencia y la imaginación nos alejan de la monotonía de la vida diaria. Sus dibujos se convierten en una manera de conectarnos con nuestra infancia, de canalizar tristezas, miedos y soledades, de recrear aquellas ocurrencias tiernas e inofensivas que solían revelar sonrisas y que cándidamente añadían felicidad a nuestras vidas.

En Nocturnos, la artista juega con los clichés de las ilusiones pueriles, aquellas cosas con las que de niño se podría soñar despierto, pero que de adulto únicamente existen en sueños nocturnos: encogerse y habitar universos donde los objetos son gigantes, vivir en mundos de chocolate, existir en varios lugares a la vez, poseer a un monstruo en el armario, volar a territorios lejanos, e incluso, pretender robarse la luna.

La obra de Julieta Trujillo resulta toda una andanza. Reconecta al espectador con su niño interior, lo invita a recrear sus fantasías, a reavivar sus travesuras, lo alienta a seguir imaginando y, por lo tanto, lo llena de nostalgia.

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